Con frecuencia parece que tuviéramos que pedir permiso para existir. El mundo no se adapta a nadie. Tampoco lo hace el destino. Es como si en nuestra vida cotidiana achicarnos para caber estirar ornos para alcanzar fuera una constante incómoda. Nada es como nos lo venden y toca caminar, como cantaba Lou Reed, en el lado más salvaje de la vida. El mundo progresa en el filo de una navaja en testaruda incertidumbre sobre su futuro, entre periodos de horror, segundos de amor y tiempos de olvido. Con el leitmotiv de la canción clásica “Qué será, será” en versiones entrecruzadas dialogando abiertamente con tomas de archivo cuidadosamente seleccionadas, intentó acercarme a esa sensación de abandono al azar que a veces nos acompaña como sociedad.
